Llegamos a Ushuaia y seguíamos con el frío. Un frío que se clavaba en los huesos y unos vientos muy fuertes.Menos mal que estábamos en verano!
Conocimos a un Santanderino que se había enamorado de Ushuaia y llevaba ya un mes allí.Era de esas personas con la risa peculiar y a muchos decibelios, y cuando le oías reir no podías evitar el contagio(menos cuando querías leer tranquilamente...).Nos echamos buenos momentos con él y con la gente del hostel Yakush, todos muy buena onda.
La ciudad en sí no tiene demasiado. Muchos comercios, un par de museos y el puerto (desde donde salen navegaciones por el Canal Beagle, entre otras).
Nos llamó mucho la atención el que no hubiera fruterías, por ejemplo. Al estar en un punto tan austral y con ese clima tan frío no había agricultura y todo era importado. Había dos supermercados, y cuando llegaba fruta y la verdura (muy mala, por cierto), todos aprovechaban a comprar como locos.
Lo mejor de Ushuaia son sus parques y montañas, el canal de Beagle y el sentimiento de estar en el lugar mas austral del mundo.
La nochebuena la pasamos tranquilos. Una tortilla de papas que nos supo a gloria, un par de cervezas frías y la risa de Abel.
Despues de esto nos esperaban 40 horas en bus para Buenos Aires, hasta el momento el record.
Ushuaia
Leones marinos
Faro Les Eclaireurs
Ushuaia
Museo del presidio.
Amanecer en Ushuaia.
La Pampa.Camino a Buenos Aires
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